La Mujer Samaritana: Recibiendo bendición
Hermanos y amigos, alabado sea el nombre de Cristo. Hoy nos reunimos con corazones agradecidos para glorificar a nuestro Salvador, Jesucristo, quien nos ofrece el agua viva que sacia para siempre. Dios puso en mi corazón compartir una reflexión sobre Juan 4, la historia de la mujer samaritana, un encuentro que nos enseña la prioridad del reino de Dios sobre las cosas pasajeras de este mundo. Vamos a meditar en esta verdad con reverencia, confiando en el Espíritu Santo para que hable a nuestras vidas.
Juan 4:5-10: El Encuentro en el Pozo
La Palabra dice en Juan 4:5-10: “Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar… y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo… Vino una mujer de Samaria a sacar agua; Jesús le dijo: Dame de beber… La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?”
Mire, hermanos, Jesús se encontraba cansado, humano como nosotros, pero su propósito era divino. Esta mujer vino al pozo a mediodía, buscando agua física, algo temporal. Ella no esperaba encontrar al Mesías, pero Él la buscó. A pesar de las barreras—raza, género, pecado—Jesús inició el diálogo. Esto nos muestra que Él no desprecia a nadie; viene a los sedientos, a los necesitados, para ofrecer algo mayor.
Juan 4:13-14: El Agua Viva
Seguimos en Juan 4:13-14: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
Aquí está la clave, hermanos. El agua del pozo satisface por un momento, pero la sed regresa. Así son las cosas del mundo: pasajeras. Jesús ofrece algo eterno, un agua que no solo quita la sed, sino que brota dentro de nosotros hacia la vida eterna. La mujer vino por un cántaro, pero encontró la salvación. ¿No buscamos nosotros también añadiduras—dinero, salud, bienes—cuando lo primero es el reino de Dios? Mateo 6:33 dice: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Ella lo entendió al final.
Juan 4:28-29: El Testimonio de la Mujer
Terminamos en Juan 4:28-29: “Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho; ¿no será éste el Cristo?”
Fíjese, hermanos, ella dejó el cántaro. Lo que era su prioridad quedó atrás cuando conoció a Jesús. Su sinceridad al reconocer su pecado y su fe al creer en Él la transformaron. No guardó el encuentro para sí; fue a anunciar al Mesías. Muchos samaritanos creyeron por su testimonio (Juan 4:39). Esto nos desafía: ¿compartimos el agua viva o nos quedamos con el cántaro del mundo? Ella no escondió su pasado; lo usó para glorificar a Dios.
Reflexión Práctica: Priorizar el Reino
Hermanos, esta historia nos confronta. La mujer vino por agua física, pero halló la salvación del alma. Hoy, muchos predicadores falsos prometen bendiciones materiales—dinero, prosperidad—y dicen “siembra, pacta, da más”, pero no hablan de arrepentimiento ni de vida eterna. Eso no es de Dios; es un juego de lotería. Jesús no vino solo a sanar cuerpos, sino a salvar almas. Cuando sanaba, decía: “Vete y no peques más” (Juan 5:14), porque la prioridad es el reino, no las añadiduras.
En este tiempo, donde la maldad crece, como en Chile o aquí en Canadá, debemos ser sal de la tierra (Mateo 5:13). No podemos ser insípidos, viviendo como el mundo, ni siquiera en nuestros hogares. Si somos luz, debemos brillar con integridad y verdad, dejando atrás el cántaro de lo temporal para anunciar a Cristo.
Conclusión: El Agua Eterna sobre el Pozo
Hermanos, el agua del pozo no salva; el agua viva de Jesús sí. Como la samaritana, dejemos lo pasajero y busquemos el reino de Dios. No nos engañemos con promesas vacías; la verdadera bendición es la salvación. Que nuestra vida sea un testimonio, como el de ella, para que otros vengan a Cristo. El día de partir vendrá—nada trajimos, nada llevaremos (1 Timoteo 6:7)—pero si tenemos el agua eterna, estaremos listos para el reino.
Oremos: Padre, gracias por Tu Palabra en Juan 4. Danos sed del agua viva, no de lo temporal. Ayúdanos a priorizar Tu reino, a ser sinceros como la samaritana, y a compartir Tu verdad. Bendice a mis hermanos, guárdalos de engaños, y llénalos de Tu Espíritu para vida eterna. En el nombre de Jesús, amén.